domingo, 6 de noviembre de 2005

1-0: Brillante victoria en un intenso partido

En una segunda parte pletórica de juego y emoción, el Real Madrid destronó al rey del empate con un gol de Roberto Carlos que ponía justicia al juego de ambos equipos. Los de Luxemburgo tuvieron que luchar has la extenuación para derribar la férrea muralla que el Zaragoza fabricó delante de su portería. La victoria fue un broche de oro para Raúl, que se convertía en el jugador en activo con más partidos en Liga; Salgado que cumplía el 200 y Pavón, que se convertía en “centenario”.

El Zaragoza mostró muy pronto el por qué es el “rey del empate” de esta Liga. Faltó de ambición atacante, se refugió atrás, en dos líneas formadas y con Milito, el delantero, por sí caía la breva. Dejó el balón en los pies de los madridistas y a esperar un fallo que les beneficiase. Así, la tarea para los de Luxemburgo no era sencilla. Había que tocar y tocar para traspasar la muralla maña. Y a ello se dispusieron, con Guti, de director de orquesta. Pero el 14 no estuvo muy afortunado en esta primera mitad.
Aún así la mayor ambición de triunfo de los blancos mereció el premio que se les negó en esta primera mitad, sobre todo en una jugada, al filo del cuarto de hora, cuando Raúl era objeto de un clarísimo penalti tras agarrón de Gabi Milito, que el árbitro no presenció. Los siguieron intentando, el capitán, un ejemplo de entrega y compromiso –que hoy ha derribado otro récord, convirtiéndose en el jugador en activo que más partidos a disputado en Liga- tuvo su oportunidad en el 18’, pero le faltó una pizca de suerte para convertirla.
El infortunio, además, volvió a cebarse con el equipo. Woodgate sufría una lesión y era relevado por Mejía (22’). Mala suerte para el inglés, que hasta ese momento era un valladar infranqueable. Las gambetas y bicicletas de Robinho elevaban la temperatura del juego, pero al brasileño tenía doble vigilancia y, en la mayoría de los veces, era volteado sin piedad ante la impertérrita mirada de Muñiz. Aún así, “Robinho tuvo en sus botas la ocasión más clara de este período, tras una jugada, Beckham-Raúl. El capitán asistió al brasileño, que nue en algunos transcurría, en muchos minutos, en un ambiente gélido, que solo, ante César “tiró al muñeco” (25’). El Madrid abrió el juego por la bandas. Beckham, otra lección de pundonor, se hinchó a servir balones, pero la muralla maña siguió intacta.

Robinho derriba la muralla El segundo acto comenzó con el mismo libreto. El Madrid buscó con descaró el gol que abriese la cerrada defensa visitante, y en el primer minuto Robinho cabeceó con intención. El balón fue sacado por César con apuros. Dos minutos después, otro magistral centro de Beckham lo enviaba Raúl un poco alto, con César fuera del marco. Sí había un gol, ese tenía que caer del lado madridista, pero en cinco minutos se invirtió la situación.

Dos rápidos contraataques del Zaragoza pusieron un nudo en la garganta de los aficionados. Primero fue Diego Milito, con un balón al palo. Y luego, Casillas, que nos brindó una gran intervención conjurando un disparo de Savio que llevaba marchamo de gol. En fin, que el juego salió de la apatía en la que lo había instalado el Zaragoza, y la emoción se elevó a cotas insospechadas.Quince minutos de locura En estas circunstancias era lógico que el Madrid impusiese su mayor calidad de juego. Y no tardó en hacerlo. Luxemburgo echó mano de Soldado para dar más profundidad al ataque madridista. Con el Zaragoza más suelto, Robhino encontró la magia de juego y, eso es un seguro de gol. “Despertó” Guti, poniendo dos balones de oro al brasileño, a los que sacó gran rendimiento. Penalti, cuando se disponía a marcar. Robhino pone el balón en punto fatídico y lanza fuerte, pero César intuye el lanzamiento evitando el gol. El Madrid no se desanima y dos minutos después, Robinho es objeto de otro claro penalti cuando se dispone a marcar.


El joven jugador demuestra su madurez y valentía pidiendo tirar la pena máxima. Pero al fin es Roberto Carlos quien toma la responsabilidad y lanza fuera del alcance de César. El gol era el justo premio a la superioridad blanca.

Con el tanto, nadie renunció a nada. El Madrid se fue a remachar la victoria, y a punto estuvo de conseguir un par de tantos más. Mientras, el Zaragoza enseñaba su mejor cara, una que dice que tiene potencial para renunciar al título de “rey del empate”, pero ya era demasiado tarde. Además, Casillas, en otra sensacional intervención a tiro de Movilla, mataba las esperanzas mañas.

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