sábado, 15 de octubre de 2005

0-3: El derbi más plácido

Se anunciaba igualdad, pero el derbi fue un recital de un Madrid ordenado, brillante, certero e impecable que se acuesta líder. En todo fueron mejores los blancos: táctica, técnica y hasta físicamente (a pesar de la falta de entrenamientos). Ronaldo adelantó a los blancos tras materializar un clarísimo penalti de Antonio López sobre Raúl. En la segunda parte firmó la sentencia ante un Atlético que vio más de cerca la goleada que el empate. Triste mensaje para los rojiblancos, que siguen sin ganar en el Siglo XXI al mejor equipo del Siglo XX.

El Madrid sacó de centro, cogió el balón y ya no lo soltó hasta el penalti. Fueron cinco minutos tan brillantes para los blancos como desconcertantes para la parroquia local, que percibía como sus gritos de apoyo caían en saco roto sobre sus jugadores, que no olieron el balón. Un monólogo total que bien resume lo que sucedió en la primera parte, dominada de principio a fin por los madridistas, muy superiores táctica y técnicamente a su adversario. Roberto Carlos, al minuto, dio el primer aviso, con un disparo lejano que despejó con apuros Leo Franco. Al instante, un medido centro de Beckham no encontró rematador. Se buscaba el gol por la vía rápida, tocando y tocando ante la pasividad rojiblanca. Un gol que se buscó… y se encontró.

Ronaldo materializó un penalti clarísimo de Antonio López sobre Raúl que cortaba una ocasión manifiesta de gol. La expulsión del lateral, tan justa como el gol, encrespó aún más los ánimos del combinado local, que intentó disfrazar con sus continuas protestas la superioridad que ejercían los blancos. Pablo García, impecable, se comió a Luccin, Beckham y Baptista rompían con su movilidad el centro del campo rojiblanco y Raúl y Ronaldo sembraban de dudas la defensa local. La blanca, por el contrario, vivía su derbi más plácido, con Salgado maniatando al único peligro de los rojiblancos, el búlgaro Petrov. Porque arriba, sin noticias de Torres ni Kezman. Ningún tiro a puerta de los rojiblancos en la primera parte, pobre estadística y peor premio para el empuje de sus incansables parroquianos.



Los blancos sí llegaron. Ronaldo tuvo la oportunidad de sentenciar (33’), pero su disparo se encontró con las piernas de Leo Franco. También lo rondaron Roberto Carlos, Beckham, Zidane, Raúl… El 0-2 estuvo mucho más cerca que el empate. El único pero para los blancos fue la lesión de Salgado (sustituido en el minuto 41 por Diogo), que hasta entonces había anulado a Petrov, el único jugador con mordiente en los rojiblancos.

SIGUE EL MONÓLOGO BLANCO
Había que esperar la reacción de los atléticos tras el descanso, y ésta llegó, de forma tímida, con su primer disparo a puerta del partido (Petrov, 49’, que resuelve sin problemas Casillas). Pero por cada uno de sus ataques, había una respuesta blanca. Raúl, con un potente disparo, puso en apuros a Leo Franco. Luego Baptista y Ronaldo silenciaron el Calderón con dos tiros que rozaron el palo.

A medida que pasaban los minutos, se veía que el peor enemigo de los blancos no era el Atlético, sino el cansancio acumulado por los compromisos internacionales. Luxemburgo dio entrada a Guti, que llenó de aire fresco los pulmones del equipo blanco. Un centro medido suyo permitió a Ronaldo conseguir la sentencia y su decimoquinto tanto a los rojiblancos, que son un traje a su medida goleadora.

Y se acabó el partido, lo que paradójicamente fue un bálsamo para los aficionados atléticos, porque el Madrid tuvo ocasiones para firmar una goleada de escándalo. Se anuló un gol a Raúl y Robinho y Ronaldo siguieron cortando trajes a los defensas locales. El Atlético estaba entregado, y no tuvo atisbos de reacción ni ante los gritos cada vez más desesperados de sus aficionados, que terminaron recriminándoles más casta. Pablo García, en su mejor partido como jugador blanco, ejercía un liderazgo que sirve de ejemplo y metáfora para explicar la superioridad actual del Real Madrid sobre el Atlético. Un derbi más. Y van…

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